Obras Públicas
Trabajos de mejora en las redes antialudes del torrente de Estiviellas para proteger Canfranc
El Gobierno de Aragón ha invertido 78.000 para reparar los daños sufridos por el impacto de las rocas.
La gestión de las masas forestales también puede contribuir a la reducción de los riesgos naturales
A 78.000 euros asciende el importe de la reconstrucción de las redes antialudes que la Dirección General de Gestión Forestal del Gobierno de Aragón ha acometido en el barranco de Estiviellas, unas obras que tienen como objetivo aumentar el nivel de seguridad de Canfranc Estación.
Los trabajos han consistido en la reparación de cuatro de las redes antialudes que, con el paso de los años, se han ido construyendo en este paraje, una zona de aproximadamente 13 hectáreas y con pendientes que alcanzan el 63%. A lo largo de los años se han construido 14 líneas de redes antialudes, con una longitud de 2.700 metros, y se han repoblado 8.5 hectáreas de monte.
Las reparaciones efectuadas en esta legislatura se habilitaron tras sendas inspecciones en la zona donde se comprobó el deterioro de una parte importante de las redes antialudes como consecuencia del impacto de las rocas.
Las características topográficas y climatológicas del propio barranco de Estiviellas han dado lugar históricamente a fenómenos de aludes que afectaban a esta localidad del Valle del Aragón y a la carretera N-240.
Roque Vicente, director general de Gestión Forestal explicó que se trata “de una actuación de prevención ineludible frente a posibles circunstancias de la naturaleza que puede afectar a un núcleo habitado como es Canfranc. Se trata también de evitar procesos de desertificación porque no hay que olvidar que los aludes provocan la la destrucción de la cubierta vegetal. Son obras quizás poco vistosas precisamente porque no están a la vista pero, de la misma forma, absolutamente necesarias. En cualquier caso, la gestión del monte y de sus recursos forestales influye muy directamente en la reducción de los riesgos naturales”.
El 2 de febrero de 1986 se produjo un gran alud de nieve polvo de alta velocidad, comúnmente denominado alud de aerosol. El alud rompió el dique que cerraba la cuenca de recepción hasta llegar a cono de deyección, donde, a su vez, arrasó el bosque existen y causó desperfectos en la iglesia, si bien el efecto de la onda de choque se dejó notar hasta la propia estación de ferrocarril.
En el barranco de Estiviellas, tras un alud ocurrido en 1886, se construyeron tres diques en la garganta del torrente y un cuarto en la cuenca de recepción. Sin embargo, fueron trabajos que técnicamente fueron considerados insuficientes.
En torno a 1997 se ejecutaron en este paraje las primeras líneas de redes antialudes con un presupuesto de 600.000 euros. Posteriormente, la empresa suiza Geobrugg redactó un nuevo proyecto que consistía en adaptar las primeras líneas de redes para que pudieran soportar el impacto directo de las rocas y fijar el manto de nieve. La propuesta se concretó en cuatro líneas de redes más. Estos trabajos se ejecutaron en 2005 con un coste de 426.000 euros.
Los aludes de aerosol se dan en circunstancias meteorológicas excepcionales, con un periodo de retorno que puede ser superior a los 50 años.