Economía
La tasa anual de inflación se modera hasta el 3,4% en Aragón, tres décimas por debajo del mes anterior
El petróleo da un leve respiro a los precios
De acuerdo con los datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE), los precios en Aragón en mayo de 2011 no variaron respecto al mes de abril, con lo que la tasa anual de inflación se situó en el 3,4%. Ello supone una desaceleración de tres décimas en comparación con el 3,7% registrado en abril. En el conjunto de España la tasa de inflación también se atenuó en tres décimas, quedando en el 3,5% en mayo. Por otra parte, en el promedio de la UEM también se produjo una contención de la inflación, cediendo una décima para anotar un 2,7% en mayo. Con ello el diferencial desfavorable de Aragón se situó en siete décimas, dos menos que el mes precedente. Esta desaceleración de la inflación en mayo vino facilitada fundamentalmente por dos hechos. En primer lugar, el comportamiento de los precios de las materias primas, cuyos precios descendieron en comparación con el mes de abril. En segundo lugar, también se advierte la influencia de la Semana Santa que tuvo lugar en dicho mes de abril. Así, el petróleo Brent cotizó en mayo a una media de 115,2 dólares por barril, frente a los 123,6 dólares observados en abril. En consecuencia, los grupos de consumo relacionados con la energía reflejaron en mayo este abaratamiento del petróleo, con caídas de precios respecto al mes de abril en transporte (-0,9%) y vivienda (-0,3%). Por otro lado, como se apuntaba, la celebración en abril de la Semana Santa provoca que en mayo se observen descensos mensuales de precios en ocio y cultura (-1,7%) y hoteles, cafés y restaurantes (-0,7%). En sentido contrario, la nueva temporada de moda continuaba presionando los precios de vestido y calzado (aumento del 2,3% mensual) y menaje (1,0% mensual). No obstante, la comparación con el mismo mes del año anterior no es tan halagüeña. A pesar del abaratamiento de los combustibles respecto a abril, el precio del petróleo en mayo era un 52,1% más elevado que un año antes. Esta evolución explica el comportamiento de la inflación en mayo: la tasa anual se desacelera, pero continúa siendo elevada. Las tasas anuales de inflación más abultadas continúan observándose en los grupos de consumo más influenciados por el coste de la energía, como es el caso de transporte (7,4%) y el de vivienda (7,9%). A gran distancia se sitúan otras partidas con tasas algo elevadas, como la enseñanza (2,8%) o los alimentos y bebidas no alcohólicas (2,5%). Los grupos de consumo restantes muestran tasas anuales de inflación moderadas, por debajo del 2%, con la excepción de las bebidas alcohólicas y tabaco, que con una tasa anual del 15,6% sigue acusando los aumentos de los impuestos especiales que tuvieron lugar en los meses de junio y diciembre del año pasado. La inflación subyacente, que es aquella que excluye de su cálculo los alimentos no elaborados y los productos energéticos, se mantenía en mayo en el 2,0% en Aragón y en el 2,1% en el conjunto de España. Estas tasas son más moderadas que la inflación general, pero superan ligeramente el promedio de la eurozona y no se corresponden con el débil pulso de la actividad económica que por el momento experimenta nuestro país. Por provincias aragonesas, Huesca sigue resultando la más inflacionista con una tasa anual del 3,8% en mayo, seguida de cerca por Teruel con un 3,7% mientras en Zaragoza la tasa fue del 3,3%. El Banco Central Europeo, en su última reunión, celebrada el día 9 de junio, decidió mantener los tipos de interés de la zona euro en el 1,25%, nivel en el que los situó el pasado mes de abril al aumentarlos 0,25 puntos porcentuales. Sin embargo, las palabras de Jean-Claude Trichet en la rueda de prensa en términos de “la fuerte vigilancia está justificada” fueron interpretadas de forma unánime como el anuncio de una nueva subida de tipos para el próximo mes de julio, subida prevista en otros 0,25 puntos porcentuales. La principal preocupación del BCE se centra en evitar los temidos efectos de segundo ronda, es decir, que el alza de precios de la energía y las materias primas se acabe trasladando al resto de precios de consumo y a los salarios, produciendo con ello presiones inflacionistas generalizadas.