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Lunes, 15 de septiembre de 2025

Patrimonio Cultural

El Gobierno de Aragón, reconocido con el Premio Ciudad de Alcalá de Patrimonio Mundial por su compromiso con la recuperación de las pinturas murales de Sijena

Se premia así el esfuerzo del Ejecutivo autonómico por salvaguardar la restitución y la integridad de los bienes culturales en su lugar genuino, por su compromiso y sus desvelos por la devolución de las pinturas murales

Real Monasterio de Santa María de Sijena.
Real Monasterio de Santa María de Sijena.Javier Broto

El Gobierno de Aragón será reconocido con el Premio Ciudad de Alcalá de Patrimonio Mundial por su compromiso con la recuperación de las pinturas murales del Monasterio de Sijena. El Ayuntamiento de Alcalá de Henares convoca cada año el Premio Ciudad de Alcalá ‘Ciudad Patrimonio Mundial’ con el objetivo de potenciar las actividades y actuaciones encaminadas a la recuperación, rehabilitación, conservación, preservación y reconstrucción, así como la puesta en valor, el estudio y la difusión del Patrimonio Mundial, tanto natural como cultural, material o inmaterial, tangible o intangible.

En esta edición, el jurado ha decidido otorgar el Premio al Gobierno de Aragón como reconocimiento a los esfuerzos por salvaguardar la restitución y la integridad de los bienes culturales en su lugar genuino, por su compromiso y sus desvelos dedicados a la recuperación y devolución de las valiosas pinturas murales del Monasterio de Santa María de Sijena (Huesca), extraídas de su ubicación original en 1936 para ser trasladadas a Barcelona, donde se exhiben en la actualidad.

Las pinturas murales de este cenobio ubicado en la Comarca de los Monegros están consideradas como una de las grandes joyas del románico español por la autenticidad de su estilo y por el valor excepcional de su factura, única en nuestro arte medieval. Aunque se pintaron sobre los muros y arcos de su sala capitular, están colgadas de las paredes del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC) desde 1940. Cuatro años antes, en 1936, iniciada la Guerra Civil, fueron arrancadas y trasladadas a Barcelona tras sufrir el monasterio un incendio.

El Gobierno de Aragón lleva décadas intentando recuperarlas y da prueba de ello el rosario de sentencias judiciales que han venido avalando su empeño. En la primavera de este 2025 se dio el último paso gracias a la decisión del Tribunal Supremo. En concreto, la Sala de lo Civil del Alto Tribunal confirmó el pasado 27 de mayo la sentencia de la Audiencia de Huesca que ratificaba la propiedad aragonesa de las pinturas de Sijena.

Esta decisión del Supremo sobre el caso de las pinturas de Sijena viene a ratificar y a poner el acento sobre algunos principios claves de la doctrina de la gestión del patrimonio cultural en relación a la conservación ‘in situ’, aspecto al que es especialmente sensible también la ciudad de Alcalá por haber sufrido también traslados, expolios o destrucciones en su rico legado histórico y artístico.

Así, por principio se debe favorecer la conservación en el lugar y contexto donde se generaron los bienes patrimoniales. Y se ha de conservar, además, la vinculación con las poblaciones locales, pues universalmente se entiende que el patrimonio cultural es un bien que pertenece a la sociedad en su conjunto, que genera una conciencia identitaria y que es un bien del lugar en que se encuentra, con independencia de sus posibles valores.

El Gobierno de Aragón trabaja intensamente a través de varias de sus direcciones generales de distintos departamentos, como la Dirección General de Patrimonio Cultural, la Dirección General de Cultura y la Dirección General de Servicios Jurídicos, de manera coordinada para lograr el objetivo de su regreso.

La “capilla Sixtina del románico español”

Las pinturas murales de la Sala Capitular del Monasterio de Sijena representan un caso único y primordial del arte medieval hispánico. Por eso, muchos especialistas le han atribuido el sobrenombre de la “capilla Sixtina del románico español”. Constituye, en todo caso, la obra cumbre de la pintura del siglo XII.

Realizadas entre los años 1196 y 1208, en ellas se muestran escenas iconográficas del Antiguo y Nuevo Testamento en una perfecta articulación con el marco arquitectónico de la sala, combinando los temas entre los muros y los grandes arcos.

Desde del punto de vista del estilo, la decoración es de carácter cortesano, con gusto por los detalles, la profusión y el fuerte sentido del color, propios del arte del siglo XII. Los expertos han alineado esta querencia estilística en relación con los mosaicos realizados por artistas bizantinos en la Capilla Palatina de Palermo o en la Catedral de Monreale (Sicilia), y también con la miniatura inglesa de la época, con la cual presenta puntos de contacto evidentes. Esta diversidad estética, propiciada quizá por los testimonios y aportaciones de viajeros que recalaron en el monasterio, es lo que confiere un carácter extraordinario y muy singular a este conjunto pictórico.

Gran centro de poder 

El Real Monasterio de Santa María de Sijena fue fundado en 1188 por voluntad de la reina doña Sancha de Castilla, esposa del rey de Aragón, Alfonso II el Casto. Gracias a los generosos donativos que recibió, se convirtió en uno de los monasterios más ricos y bellos del reino aragonés, así como en un importante centro de poder.

Acogió entre sus muros a un buen número de reinas y princesas, así como a hijas de familias nobles del Reino y la Corona de Aragón. Sirvió también de depósito de una parte del tesoro real y como archivo monástico entre los siglos XIII y XIV.

Fue también panteón real sirviendo de lugar de enterramiento de reyes, reinas e infantas de Aragón, destacando la sepultura de la reina doña Sancha o la de Pedro II, único monarca de la Corona de Aragón enterrado en Aragón.

Siendo priora doña Blanca de Aragón y Anjou, hija de Jaime II, se convirtió en uno de los más magnificentes monasterios de la Orden de San Juan de Jerusalén en Europa. Y entre sus palaciegas estancias destacaba la Sala Capitular, decorada con ricos frescos objeto de la controversia actual entre Aragón y Cataluña.

En 1923 fue declarado Monumento Nacional por Real Orden de 28 de marzo de la Dirección General de Bellas Artes. Su declaración como Bien de Interés Cultural por el Gobierno de Aragón fue completada en abril de 2002.

Además de conservar la estructura de la Sala Capitular, destaca la impresionante portada románica con catorce arquivoltas de medio punto que se ha convertido en uno de los iconos del patrimonio histórico-artístico de Aragón.

Entre 1983 y 1994 la comunidad religiosa del monasterio vendió a la Generalitat de Cataluña una serie de bienes de gran valor artístico sin el permiso de las autoridades patrimoniales. Tras un largo litigio para su recuperación, la gran mayoría de las piezas fueron devueltas y regresaron a Aragón entre 2016 y 2017.