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Jueves, 21 de noviembre de 2024

Discurso del presidente de la Comunidad Autónoma, Marcelino Iglesias, en el acto institucional del Día de Aragón, San Jorge 2007

Excelentísimas e ilustrísimas autoridades

Premiados

Señoras y señores:

Hoy es el día de Aragón. Y como ya es tradición en este 23 de abril, Día de San Jorge, celebramos nuestra Autonomía.

Este año lo hacemos de la mejor manera posible. Lo festejamos con un nuevo Estatuto de Autonomía. Después de 25 años, Aragón está en el lugar que le corresponde en la España Autonómica.

Nuestra Comunidad ha estado incómoda, durante demasiados años, como consecuencia de un Estatuto muy inferior en competencias y en capacidad al de nuestros vecinos.

La norma fundamental que hoy ha entrado en vigor es un mérito de todos. De todos los aragoneses y de todos los partidos políticos, que han demostrado su voluntad, su responsabilidad y su compromiso con esta tierra. Lo han hecho, además, en un momento difícil en el ambiente político nacional.

El nuevo Estatuto es un pacto entre aragoneses; y un pacto entre Aragón y el resto de España. Un pacto exigente, amplio y ambicioso, en el que cabemos todos los aragoneses. Un acuerdo que nos permitirá desplegar la máxima autonomía y asumir las mayores responsabilidades.

He presidido la Comunidad Autónoma y su Gobierno en las dos últimas legislaturas. Hace 8 años constituimos un Gobierno apoyado por el Partido Socialista y el Partido Aragonés. El objetivo de aquel pacto era conseguir en Aragón una etapa de estabilidad política, que permitiera abordar con eficacia y serenidad las reformas profundas que nuestra Comunidad necesitaba.

Aragón necesitaba demostrar que era capaz de gobernarse. Necesitaba alcanzar un acuerdo para mejorar su Estatuto y convertirse en una autonomía de primera. Teníamos que demostrar que éramos capaces de gestionar grandes competencias como Salud, Educación o Empleo.

En definitiva, Aragón necesitaba superar una larga etapa de desmoralización y pesimismo. Necesitábamos más confianza en nuestras fuerzas, en nuestras posibilidades y en nuestro futuro. Era imprescindible dejar de mirar atrás y acabar con los lamentos por nuestros problemas y dificultades.

Aragón tenía que cambiar de actitud, y teníamos que darle a los aragoneses razones para proyectarnos con decisión, con coraje y con confianza hacia el siglo XXI. Un siglo lleno de desafíos, pero también de oportunidades para esta tierra.

Y lo hemos conseguido. Hemos conseguido una etapa estable en la política y en las Instituciones aragonesas. Un período que considero ha sido muy positivo para Aragón.

Ese clima nos ha permitido conseguir la unidad aragonesa frente al trasvase del Ebro. Nos ha posibilitado ganar la Exposición de Zaragoza de 2008, en competencia con otros países europeos. Poner en marcha los medios públicos de comunicación, la radio y la televisión aragonesas o ponernos de acuerdo en la Mesa del Agua.

Un ambiente que nos ha permitido colaborar intensamente con la ciudad de Zaragoza para convertirla en una de las mejores ciudades europeas o alcanzar acuerdos como los de General Motors, que hacen posible que nuestra economía crezca más que nunca y que también lo haga nuestra población.

Sin duda, estos casos que he mencionado son positivos, si me permiten, muy positivos; pero no los entiendan como autocomplacencia adormecedora y estéril.

Pretendo que se entiendan como una constatación de las posibilidades de una sociedad que ha tenido en el pasado tantos motivos para el pesimismo, y que ahora demuestra que es capaz de afrontar con acierto grandes desafíos; que es capaz de ponerse de  acuerdo en lo importante y capaz de abordar con determinación el siglo XXI sin dejarse influenciar por los pesimistas.

En esta etapa, Aragón no ha alcanzado sus metas, sólo hemos iniciado el camino que nos permitirá en el futuro más inmediato conseguir nuevos y más importantes desafíos.

Aragón viene realizando en los últimos años una apuesta por la investigación, el desarrollo y la innovación, para conformar un sector industrial competitivo.

Hemos puesto en marcha una política energética que nos garantizará la autosuficiencia y la sostenibilidad.

Por eso, es una satisfacción haber hecho entrega a Jeremy Rifkin del Premio Aragón Internacional.

Hace ya tiempo, cuando apenas se conocían nuestras propuestas energéticas, reconoció el esfuerzo de Aragón y se convirtió en uno de nuestros mejores embajadores en el mundo.

El profesor Rifkin ha valorado y difundido el esfuerzo de Aragón en el aprovechamiento de sus recursos endógenos. La energía eólica, la solar, el biocombustible o el hidrógeno, como vector energético fundamental de futuro, nos permiten ya hoy vislumbrar un  futuro sostenible y sin dependencias para los aragoneses.

La energía será un elemento determinante para la calidad de vida en el siglo XXI. El profesor Rifkin ha sido uno de los abanderados de estas nuevas políticas en el mundo.

Profesor, mi más sincera felicitación y mi ánimo para que continúe una labor que permitirá construir un mundo más habitable.

Una felicitación que hago extensiva a los ponentes de nuestro nuevo Estatuto de Autonomía. Durante cuatro años, casi en silencio, han realizado un esfuerzo de diálogo, que ha permitido alcanzar el más amplio acuerdo de todos los Estatutos reformados.

Un texto que ha nacido desde la iniciativa parlamentaria y que recoge las máximas cotas posibles de autogobierno que establece nuestra Constitución.

Un texto elaborado sin complejos. Como han decidido los representantes de los aragoneses. Con un modelo propio y sin necesidad de copiar lo que otros hacían.

Las Cortes Generales han reconocido el trabajo, aprobando sin recortes importantes el texto. Asumiendo por primera vez lo que los aragoneses habíamos decidido.

El nuevo Estatuto mantiene el reconocimiento de nuestros derechos históricos. Una aspiración de otros territorios que las Cortes Generales rechazaron y que, sin embargo, recoge explícitamente el texto aragonés.

Un Estatuto que prevé un acuerdo económico-financiero bilateral con el Estado y que establece que para fijar nuestro sistema de financiación deberán tenerse en cuenta nuestras singularidades.

Y quiero destacar muy especialmente un aspecto que ha pasado prácticamente desapercibido: Aragón se ha asegurado la participación en la programación, ubicación, ejecución y gestión de las infraestructuras que el Estado deba desarrollar en la Comunidad Autónoma.

Señoras y señores, disponemos hoy de una herramienta que nos permite determinar cómo queremos que sea Aragón.

Son motivos más que suficientes para este reconocimiento que hoy se simboliza en los ponentes aragoneses del Estatuto de Autonomía. Un reconocimiento que se hace extensible a todo un Parlamento y a un pueblo que, con orgullo, demuestra a diario su capacidad y confianza en el futuro que nos espera.

Un pueblo que bien pronto tendrá la oportunidad de decidir su futuro inmediato en las próximas elecciones autonómicas y municipales.

Como Presidente de la Comunidad Autónoma quiero desear un feliz Día de San Jorge a todos los aragoneses.