Patrimonio Cultural
Lambán reafirma el compromiso del Gobierno de Aragón con la restauración de los frescos de la iglesia de la Mantería
El templo, considerado la “Capilla Sixtina barroca” de Zaragoza, alberga el mayor ciclo pictórico conservado de Claudio Coello
El Presidente de Aragón acordó recientemente con el ministro de Cultura intervenir en este monumento
El Presidente de Aragón, Javier Lambán, ha reafirmado este miércoles, en su visita a la iglesia de la Mantería de Zaragoza, el compromiso del Ejecutivo autonómico con este enclave patrimonial, en el que la Dirección General de Patrimonio Cultural actuará para garantizar la situación óptima del edificio a la hora de iniciar la restauración de las pinturas murales. De esta manera, y tal y como se acordó con el Ministerio de Cultura y Deporte, el Gobierno aragonés acometerá los trabajos pertinentes para que el Instituto de Patrimonio Cultural de España (IPCE) pueda ejecutar las obras de restauración necesarias en este enclave que, ha recordado Lambán, alberga unos frescos de Claudio Coello “de inmenso valor”. La restauración se llevará a cabo mediante un convenio a tres partes, con una cesión de la propiedad al IPCE de 50 años.
Lambán-convenio a tres partes para restaurar la iglesia de la Mantería
Lambán detalla el presupuesto de resturación
La iglesia de la Mantería, declarada Bien de Interés Cultural, en la categoría de Monumento, está considerada como uno de los más interesantes ejemplos de la arquitectura barroca en Aragón, de gusto italianizante en su composición, aunque sin abandonar la tradición constructiva local en ladrillo. Alberga además uno de los conjuntos murales más importantes del barroco de finales del siglo XVII realizados por el excelente pintor madrileño Claudio Coello y su discípulo Sebastián Muñoz al estilo de los cuadraturistas italianos. Coello fue pintor de Corte, así como uno de los más destacados fresquistas del siglo XVII.
Acompañado por el consejero de Educación, Cultura y Deporte, Felipe Faci, y la directora general de Patrimonio Cultural, Marisancho Menjón, el presidente ha recordado el encuentro que mantuvo a finales de mes pasado con el ministro de Cultura y Deporte, Miquel Iceta, en el que abordó la situación de esta iglesia –así como otros temas de la agenda cultural aragonesa–, que contiene el mayor ciclo pictórico conservado de Coello, un pintor que realizó un trabajo “excepcional” en Zaragoza.
Lambán identifica la Mantería como la capilla sixtina zaragozana
En 2021, la Dirección General de Patrimonio Cultural del Gobierno de Aragón encargó un estudio de diagnóstico estructural del edificio, requisito imprescindible para la realización de la restauración del conjunto pictórico mural. Además, técnicos del IPCE han visitado en varias ocasiones el enclave para poder encarar “próximamente” las obras de restauración del conjunto pictórico mural, ha explicado Lambán. Mientras el Gobierno aragonés actúa para garantizar la situación óptima mediante la colocación de canaleras y otros sistemas para evitar los daños de las humedades, el IPCE podrá desarrollar los estudios previos de las pinturas, necesarios para llevar a cabo la restauración.
Estos trabajos, con un presupuesto estimado de unos dos millones de euros, irán encaminados a detener los procesos de deterioro de las pinturas murales, consolidar tanto los morteros como la capa pictórica y recuperar el valor artístico del conjunto pictórico para la ciudadanía, usando unos criterios estrictos de mínima intervención y respeto absoluto al original.
Previamente, el Gobierno de Aragón (en colaboración con Ibercaja) ya financió unas obras de consolidación a consecuencia, que finalizaron en 2010.
Iglesia de la Mantería
La iglesia de Santo Tomás de Villanueva del antiguo convento de agustinos de la Mantería, conocida como la Capilla Sixtina barroca de Zaragoza por sus pinturas murales pintadas por Claudio Coello entre 1683 y 1684, pertenecía al monasterio de Santo Tomás de Villanueva, siendo el único resto de aquel complejo monástico fundado en el siglo XVII y regido por los frailes agustinos observantes. El nombre de la iglesia se debe a que, durante siglos, en el entorno de la misma se agrupaba el gremio de los manteros. Desde 1833, el templo forma parte de las escuelas de las Madres Escolapias.
El conjunto de pintura mural al fresco, atribuido al pintor Claudio Coello (Madrid, 1642-1693), es sin lugar a dudas el elemento más destacado del templo y constituye por sus grandes dimensiones, su interesante iconografía y sobre todo su elevada calidad técnica un conjunto excepcional de relevancia nacional.
Técnicamente, la decoración mural se ejecutó al fresco con acabados a seco. Es decir, sobre un soporte de ladrillo, posteriormente enfoscado con mortero de yeso, se pintaron los motivos al fresco y se aplicaron los acabados a seco. La técnica se confirma por la localización de las sucesivas tareas o jornadas, término con el que se designa al espacio que podía pintar el artista en una sesión de trabajo y que normalmente correspondía a un día, tiempo durante el que el mortero se mantenía fresco y no había iniciado su proceso de carbonatación definitiva. Por ejemplo, la cúpula de la Epístola, que presenta un área total de 50m2, está formada por veinte jornadas de aproximadamente 2,5 m2 cada una aplicadas de arriba hacia abajo.
Actualmente, se estima que se conservan aproximadamente unos 800 m2 de superficie policromada. De los cuales, unos 300 m2 corresponderían a la cúpula central con su tambor, sus machones y sus arcos torales, mientras que el resto de las cúpulas con sus correspondientes pechinas y arcos contendrían unos 100 m2 de pintura cada una.
Se trata de un conjunto monumental caracterizado por su colorido y luminosidad, que se encuadra dentro del denominado estilo barroco decorativo o de ficción, surgido en Italia en 1636 con la realización del techo pintado del salón del palacio Barberini de Roma por Pietro da Cortona, prolongándose su vigencia como estilo hasta el siglo XVIII. Pintores como Giovanni Battista Gaulli, Andrea Pozzo o Lucca Giordano son sus máximos exponentes.
Por otro lado, iconográficamente el conjunto representa a diversos personajes (santos, ángeles, virtudes, etc.) enmarcados por arquitecturas fingidas, balaustradas, cortinajes, cartelas, guirnaldas y otros elementos propios del citado estilo barroco decorativo, así como diversas figuras alegóricas tanto de Cristo como de la Virgen, todo ello dentro de un programa claramente contrarreformista, acompañado de inscripciones aclaratorias e inspirado en gran parte en la iconografía de Cesare Ripa.