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Viernes, 22 de noviembre de 2024

Museos

El movimiento se abre paso en el pórtico del IAACC Pablo Serrano

El museo expone hasta el 20 de noviembre cinco esculturas que insinúan movimiento al espectador

Se trata de obras de la colección permanente que habitualmente no se exhiben al público

Obra de Andreu Alfaro en 'En Movimiento'
Remolino. 1974 (ca)

El ‘Espacio pórtico’ del IAACC Pablo Serrano expone cinco esculturas de otros tantos artistas que se han enfrentado ante el reto de insinuar o sugerir el movimiento en sus obras. ‘En Movimiento’, que dará la bienvenida a los visitantes del museo hasta el próximo 20 de noviembre, exhibe cinco obras de la colección permanente del IAACC Pablo Serrano que, habitualmente, no se encuentran expuestas.

Tres de estas obras proceden de la Colección Circa XX, Pilar Citoler, mientras que las otras dos provienen de la donación realizada por Félix Adelantado en 2002. Los resultados formales entre ellas pueden resultar cercanos a simple vista. Sin embargo, cada uno de ellos parte de un contexto y una realidad que otorgan a cada una de ellas personalidad propia.

Con esta muestra, el IAACC Pablo Serrano brinda la oportunidad a los visitantes de poder contemplar obras de artistas como Antonio Santonja, Eusebio Sempere, Andreu Alfaro, Martín Chirino y José Bento, que forman parte de la rica colección permanente del IAACC Pablo Serrano.

Antonio Santonja

(Madrid, 1930 - 1992)

S/T. 1973

Acero.

Donación Colección Circa XX. Pilar Citoler.

Ingeniero de caminos de formación y profesión, en 1974 se presentó al Concurso Internacional convocado por Autopistas del Mediterráneo para la realización de grandes esculturas para sus enlaces y áreas de descanso, obteniendo una mención de honor. Este hecho propició que de manera decidida se adentrase en la construcción de esculturas con elementos geométricos, en hormigón, en acero o en madera. Se integró en la escuela de escultores constructivistas, con los que realizó numerosas exposiciones.

Sus esculturas insinúan el movimiento que el espectador, al observarlas en su totalidad le confiere esa movilidad. En su obra se aprecia la geometría, el ritmo y la simetría. Un claro ejemplo es la obra que puede contemplar.

Las obras de Santonja tienen también una marcada vocación de ser instaladas en la esfera pública. Un ejemplo en la ciudad de Zaragoza es la escultura titulada Quetzal y que se sitúa en el Puente de la Almozara, en su entrada por plaza de Europa.

Eusebio Sempere

(Onil, Alicante, 1923 –1985)

La curva en el espejo. 1973

Acero cromado.

Donación Félix Adelantado.

Eusebio Sempere es una de las figuras más significativas del arte español del siglo XX. En la trayectoria artística de Sempere su larga estancia en París durante la década de los cincuenta supuso un punto de inflexión.

Allí participa en varias ediciones del Salon des réalités nouvelles, donde en el verano de 1955 expone sus relieves luminosos móviles y un manifiesto en el que se refiere a la luz como el elemento con el que construir un diálogo poético a través del tiempo.

Tras participar en la Bienal de São Paulo de 1959, y exponer en alguna de las muestras del grupo Parpalló, creado por el crítico de arte y ensayista Vicente Aguilera Cerni en 1960, Sempere regresa a España donde el ambiente pictórico estaba definido por el informalismo. Comienza entonces la segunda etapa de su carrera, en la que el artista se esfuerza por centrarse en la pintura.

A partir de 1964, año en que viajó por EE.UU., Sempere toma un nuevo impulso que le llevó a definir la sintaxis de su obra madura y a incorporar dos nuevos materiales en su trabajo: el cartón y el hierro, donde desarrolló la interacción de planos sucesivos en profundidad.

En el corpus de esculturas de Sempere destaca la tridimensionalidad dinámica, donde esa tercera dimensión no siempre hace necesario que el espectador rodee la obra, sino que ésta se presenta frontalmente y es el movimiento de ésta el que le proporciona la tridimensionalidad. De hecho, el propio artista expresaba que “no me siento escultor […] son temas tratados en tres dimensiones, empleando las sensaciones materiales en oscuro y claro”.

Esta obra es una escultura seriada. La tirada fue de 200 ejemplares firmados y numerados de 1 al 200, y 13 ejemplares fuera de comercio (H.C.), numerados del I al XIII.

Esta pieza es la 66/200.

Andreu Alfaro

(Valencia, 1929 – 2012)

Remolino. 1974 (ca)

Acero.

Donación Félix Adelantado.

Andreu Alfaro no manifiesta su inquietud artística hasta una fecha tardía, a la sombra del Grupo Parpalló, del cual formó parte. El grupo se creó en Valencia a finales de 1956 con un interés renovador de la plástica. De él formaron también parte en diferentes etapas Aguilera Cerni, Monjalés, Salvador Soria, Doro Balaguer, Martínez Peris, Eusebio Sempere o José María de Labra. La mayoría de ellos estuvieron muy marcados en el inicio de su trayectoria por la influencia informalista, la cual ya estaba llegando a su fin dentro de la plástica española e internacional.

Pero en la trayectoria de la obra de Alfaro pronto adquiere un marcado protagonismo el constructivismo soviético, geométrico y analítico. Desde él va mutando del sutil linealismo estético de sus primeras obras hacia unas propuestas más racionales que se estructuran en el espacio, llegando a darle un sentido espectacular. Alfaro llega a concebir sus esculturas de los años 70 del s. XX como monumentos que son al mismo tiempo espectáculo, muy reconocible en sus obras para la esfera pública.

Las protagonistas absolutas de esta etapa son las generatrices, un concepto muy trabajado en el mundo matemático y la ingeniería. Las superficies curvas son creadas mediante la yuxtaposición de varillas rectas. Varias líneas rectas son desplazadas a lo largo de un plano hasta lograr un resultado espectacular y muy identificable de la obra de Alfaro. Son unas piezas con un aire muy teatral y barroquizante, como es el caso de la obra que se presenta.

Martín Chirino

(Las Palmas de Gran Canaria, 1925 – Madrid, 2019)

El viento (49). El Alisio. 1975

Hierro forjado y pedestal de madera.

Compra Colección Circa XX. Pilar Citoler.

Martín Chirino se forma en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Fernando de Madrid (1948), ampliando sus conocimientos en París e Italia, así como en la School of Fine Arts de Londres. Vuelve a Canarias donde realiza la serie llamada "Reinas Negras", de claro concepto africanista. En 1958 se incorporó al grupo El Paso, exponiendo ese mismo año en el Ateneo de Madrid. En 1959 abrió su taller en San Sebastián de los Reyes comenzando a aparecer en su obra la espiral como motivo rítmico y dinámico de su escultura.

La espiral es una figura que aparece de forma generalizada a lo largo de la historia y las culturas, pero para Chirino la espiral lo une a su tierra, Canarias, y al legado de los guanches. En algún momento Chirino llegó a afirmar que “para mí es Canarias”.

En esta fórmula desembocó su trabajo escultórico cuando, recuperando la tradición de la forja y siguiendo el ejemplo de Julio González y Picasso, incorporando el hierro al que somete y transforma en expresión del movimiento del viento.

Si bien es cierto que la obra está realizada en hierro macizo, pesado, de una sola pieza, Chirino la enrosca sobre sí misma, como un torbellino, otorgándole un dinamismo único. El viento es invisible, tan sólo tangible por sus efectos, sin embargo, Chirino lo materializa a través de sus espirales.

José Bento

(Salvador de Bahía, Brasil, 1962)

S/T. (de la serie Roda). 1991

Madera de barauna y nylon.

Compra Colección Circa XX. Pilar Citoler.

José Bento se introduce en el mundo de la creación artística de una forma autodidacta, realizando su primera exposición individual en 1989 en la ciudad brasileña de Belo Horizonte donde reside desde 1966. Las obras eran pequeñas escenas recreadas a través de palos de helado. En esa época, comenzó a producir esculturas con troncos caídos, a menudo de árboles raros y seculares recogidos en la región de la Mata Atlántica entre Minas Gerais y Espírito Santo y que se habían caído por causas naturales.

Su siguiente proyecto es Roda, en el cual de nuevo vuelve a recurrir a la madera como material de trabajo. En este caso es madera de barauna, trabajada de forma tradicional para componer mediante pequeñas piezas unidas por hilos de nylon una obra de gran longitud pero que el artista enrolla sobre sí misma, formando un disco de aproximadamente un metro de altura. Desenrollados, los listones de madera forman una cinta que se despliega en suaves ondas en el espacio.

La obra Roda, como todo el todo trabajo de Bento, conecta con la naturaleza, con la tradición y su entorno. Muestra una obra que la relaciona con elementos de las tradiciones populares, incluso la religiosidad más ancestral a través de ese contacto con la naturaleza. Esa misma filosofía de trabajo se aprecia en su obra Alfabeto, de 1994, donde de nuevo con pequeñas piezas de madera presenta unas composiciones inspiradas en las cúpulas de la capilla del cementerio existente cerca de su casa.

En 1992 recibió el Premio Brasilia de Artes Plásticas, en el 12º Salón Nacional de Artes Plásticas, Rio de Janeiro. En su producción, continuará trabajando con la madera, si bien a partir del 2000 introducirá entre sus materiales el vidrio, espejos y granito.