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Domingo, 24 de noviembre de 2024

CITA

El CITA estudia el funcionamiento fisiológico y la resistencia de la encina y otros robles mediterráneos a la sequía estival

Gracias a un sistema con seis cámaras abiertas, se obtienen datos de toda la parte aérea de las plantas, combinándose la respuesta de las hojas, ramas y tallo

El experimento analiza las proporciones de dióxido de carbono y vapor de agua en diversos momentos
El experimento analiza las proporciones de carbono y agua en diversos momentosCITA

El Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA) ha puesto en marcha un nuevo experimento que busca estudiar el funcionamiento fisiológico y la resistencia de la encina y otras especies de robles mediterráneos a la aridez estival. Se enmarca en el proyecto “Explorando la resistencia de Quercus ilex y otros robles mediterráneos a la sequía atmosférica” (RESIST2DRY), dirigido por el investigador del Departamento de Sistemas Agrícolas, Forestales y Medio Ambiente del CITA Domingo Sancho Knapik, y financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación y por la Unión Europea-NextGenerationEU.

En un escenario climático de aumento de la aridez atmosférica, es necesario conocer cuánto tiempo pueden sobrevivir las especies forestales al estrés estival. Por ello, este proyecto persigue obtener un conocimiento más profundo de las respuestas y el funcionamiento de los árboles mediterráneos a valores elevados de aridez, entendiendo por aridez tanto la sequía atmosférica como el déficit de agua en el suelo. En concreto estudia el comportamiento de una especie perenne, clave del paisaje de la cuenca mediterránea, la encina (Quercus ilex L.), y otras especies de robles coexistentes como la coscoja (Quercus coccifera L.) y el quejigo (Quercus faginea Lam.).

El experimento en cuestión empezó a mediados de agosto y durará hasta finales de septiembre. Se trata de estudiar el funcionamiento fisiológico de las especies en cámara de planta entera. De esta forma, se obtienen datos de toda la parte aérea de las plantas, combinándose la respuesta de las hojas, ramas y tallo.

El sistema de medida cuenta con seis cámaras abiertas por la parte superior a las que se les suministra por la parte inferior aire con una concentración conocida de carbono y vapor de agua. El aire es utilizado por la planta, la cual cambia las concentraciones de carbono y agua que se registrarán a la salida de la cámara. Durante el día, cuando la planta está realizando la fotosíntesis, absorbe carbono y libera vapor de agua, reduciendo la concentración de carbono y aumentando la concentración de agua en el aire de salida de la cámara. De esta forma, se puede medir el funcionamiento fisiológico de la planta entera en distintas condiciones climáticas de humedad y temperatura a lo largo de los días.

En un primer estudio que se llevó a cabo la segunda quincena de agosto, se comparó la respuesta de estas tres especies de robles mediterráneos (encina, quejigo y coscoja) a la aridez atmosférica, también conocida como demanda evaporativa o déficit de presión de vapor de agua (DPV). El DPV es una variable climática crítica que determina la transpiración de las plantas y la productividad del ecosistema. Valores elevados de DPV pueden reducir el crecimiento de la vegetación, aumentar el declive forestal o disminuir el rendimiento de los cultivos, efectos que son especialmente relevantes en ambientes áridos de la cuenca mediterránea. A niveles elevados de DPV, la tasa de evaporación de la hoja puede ser demasiado rápida, provocando su desecación. Para evitar este secado, las plantas pueden cerrar sus estomas evitando una pérdida excesiva de agua por transpiración, pero a costa de reducir la ganancia de carbono y, por lo tanto, reduciendo el crecimiento y la productividad.

En un segundo estudio, que se llevará a cabo durante septiembre, la aridez atmosférica se va a combinar con el estudio de la aridez edáfica. En este caso, se va a comparar la respuesta de la encina y el quejigo frente a una combinación de dos estreses: alta demanda evaporativa y un progresivo déficit de agua en el suelo. La combinación de ambos estreses suele ser frecuente en el verano mediterráneo y se hace necesario estudiar la respuesta de la vegetación para mitigar los posibles efectos del cambio climático.