Rectificación del consejero de Agricultura y Alimentación, Gonzalo Arguilé
Ayer se produjo un hecho que lamento profundamente porque en ningún momento mi intención fue disminuir los méritos que como ministra de Medio Ambiente ha acumulado durante años Cristina Narbona. Mucho menos mi intención fue enturbiar las buenas relaciones del Ministerio de Medio Ambiente con el Gobierno de Aragón.
Creo que la ministra puede y es capaz de llevar a buen puerto las obras hidráulicas que fueron acordadas en la Comisión del Agua y sé las dificultades que lleva consigo la ejecución de dichas obras a pesar de los acuerdos.
Lo que ocurre es que los que estamos a pie de obra, recibiendo la presión directa de los usuarios, la presión política y la angustia de los regantes, como humanos que somos y sensibles a las necesidades de la gente, en momentos muy concretos vertemos opiniones poco acertadas, que molestan a quien recibe esa opinión crítica.
Ayer conviví con regantes que, naturalmente, me trasladaron una vez más su preocupación por el retraso de las obras hidráulicas y el problema que se puede generar entre el avance de la transformación y la capacidad de agua embalsada. A continuación, comparecí en las Cortes de Aragón.
Naturalmente, la oposición me pidió cuentas por el retraso de las obras de regulación. Yo, en lugar de responder a los problemas concretos del regadío, cargué las tintas erróneamente en el Ministerio de Medio Ambiente, al que le corresponde resolver las cuestiones más complejas, tanto medioambientales como de seguridad.
Además, me consta que desde el Ministerio y, más concretamente, su titular se han comprometido para llevar a cabo tanto las obras emanantes del Pacto del Agua como otros proyectos de gran importancia para Aragón.
Por lo tanto, creo que, desde la reflexión serena, debo pedir excusas a mi compañera la ministra, reconociendo, como decimos en esta tierra, que me salí del tiesto de una manera poco política e irrespetuosa.