40Estatuto
Aragón, un proyecto de éxito
Artículo de Javier Lambán, Presidente de Aragón
Fue tal día como hoy, en la festividad de San Lorenzo de 1982, cuando el Rey sancionó la Ley del Estatuto de Autonomía de Aragón.
Las cuatro décadas transcurridas han sido una historia de éxito, asociada de manera indisoluble a la Constitución y a la democracia. Después de siglos en los que los recursos humanos y materiales de Aragón estuvieron al exclusivo servicio de designios políticos y económicos ajenos, el Estatuto puso en nuestras manos las riendas de nuestro devenir común y permitió una formidable liberación de energías, embrión a la postre de un modelo de país que poco a poco ha ido tomando forma.
Hoy disponemos de unos servicios públicos hechos a nuestra medida, que responden a nuestras necesidades y a nuestra vocación. Aragón es tierra tradicionalmente amante de la libertad, que sólo disfrutan quienes tienen garantizada la seguridad 2015existencial y la igualdad de oportunidades.
Hoy existen marcos propicios para la investigación y para la creación en todos los órdenes, aunque hemos de insistir más en ese propósito, pues está claro que el talento –crearlo, retenerlo y atraerlo- va a ser la clave del éxito de los países como tales.
Hoy hemos acreditado capacidad suficiente para aprovechar nuestra ubicación estratégica y nuestros recursos naturales y culturales, asentando una serie de sectores -logística, agroalimentación, automoción, turismo o renovables- y empezando a desarrollar otros –digital, farmacéutico o aeronáutico- que configuran un modelo diversificado y con claras aspiraciones de liderazgo nacional en muchos casos, a lo que no es ajena la competencia y el compromiso de nuestros empresarios.
Hoy podemos decir que existe un entorno muy atractivo para los inversores. Los importantes cambios normativos y –sobre todo- la estabilidad y el clima de cooperación y entendimiento logrados con los agentes sociales y con la mayoría de las fuerzas políticas está dando como resultado una constante generación de empresas y empleo, que continuará en los próximos años.
Hoy podemos decir, en fin, que la amplia brecha existente hace cuatro décadas entre la gran ciudad y el medio rural se ha reducido enormemente y que, aunque queda mucho por hacer, con los gobiernos autonómico y local de la mano el proceso de igualación será imparable.
Ahora, en el 40 Aniversario de aquel acontecimiento histórico, es momento de proyectar el futuro aprendiendo de los errores y perseverando en los aciertos, el mayor de los cuales fue el gran consenso social y político que estuvo en el origen de todo.
Es momento de reafirmar nuestra convicción de que, para ser un proyecto de éxito, Aragón debe reunirnos en una idea común compartida por todos, por la izquierda y por la derecha, una idea que requiere diálogo, pacto y gobernanza transversal.
Es momento de culminación del modelo de país que arrancó en 1982, resolviendo los problemas pendientes –la financiación es el más grave- e identificando los nuevos, una tarea a la que me estoy dedicando mucho en los últimos meses.
Y, sobre todo, es momento de asumir la gravedad de la situación actual, provocada por una guerra en Ucrania que, sin dejar atrás la pandemia, nos aboca a incertidumbres y amenazas sobre la pervivencia de nuestro modo de vida que aún no sabemos medir adecuadamente.
Es momento de que cada cual, desde nuestro nivel de responsabilidad, aportemos serenidad, sosiego y altura de miras.
Porque además en España vivimos una crisis institucional y constitucional muy preocupante. Cuando más necesitamos un proyecto nacional fuerte, que asegure un crecimiento interior igualitario y justo; cuando más ansiamos una proyección fuerte en el exterior que nos garantice ser decisivos en la gobernanza europea, irrumpen los independentismos y nacionalismos del País Vasco y Cataluña asumiendo protagonismos políticos que resultan devastadores para la unidad y para la salud democrática del país.
Pues bien, Aragón, como reducto constitucional jalonado a este y oeste por este anticonstitucionalismo insolidario y disgregador, como Comunidad particularmente sensibilizada y afectada por estas circunstancias, ha de tener la decisión de estar a la vanguardia en la renovación y el fortalecimiento de España como proyecto nacional.
Un Aragón de éxito es impensable sin una España de éxito. Eso nos emplaza a cooperar de manera proactiva con las demás comunidades autónomas y, especialmente, con el Gobierno de la Nación. Ahora bien, siempre desde la lealtad mutua, pues la condición subalterna, la resignación a ser simple espacio de extracción de recursos por parte de las regiones ricas las dejamos atrás hace cuatro décadas.
Somos mejores de lo que creemos y nada se interpondrá en nuestro camino si lo recorremos juntos.
Javier Lambán
Presidente de Aragón