El Programa de Atención al Ictus en Aragón ha logrado reducir en un 23% la mortalidad en esta patología
Implantado desde 2010, el 94% de la población puede acceder ahora a unidades especializadas y el 100% recibir el tratamiento de fibrinolisis intravenosa
La implantación del Programa de Atención al Ictus en Aragón en 2010 ha supuesto una reducción del 23% en la mortalidad de los afectados por esta patología durante estos 5 años, además de una notable mejora en la oferta de asistencia integral a la población aragonesa, dado que, si en 2008 tan solo un 30% de los aragoneses tenía acceso a las unidades especializadas, en la actualidad el 94% de la población puede acceder a estos cuidados. Estos son algunos de los indicadores clínicos que ha arrojado la evaluación del programa tras cinco años de funcionamiento, poniendo en evidencia que ha supuesto una importante mejora para la salud de los aragoneses.
El consejero de Sanidad, Sebastián Celaya, ha presentado hoy estos resultados junto con la coordinadora del Grupo Técnico del Plan de atención al ictus en Aragón, María Bestué, y el especialista en Neurología del Hospital Miguel Servet de Zaragoza, Javier Marta, que fue el coordinador clínico en el periodo 2009-2012.
Un ictus es un fallo agudo en la función cerebral por un problema de falta de riego sanguíneo al taparse o romperse una arteria, produciendo un infarto o una hemorragia cerebral. Es la segunda causa de muerte en España y en Aragón. Afecta a unos 2.800 aragoneses cada año, de los cuales unos 900 fallecerán por ese motivo en ese año.
Uno de los pilares más importantes del plan han sido las mejoras en la asistencia en las primeras horas desde que se produce el ictus, con una mejora notable en el acceso de la población a los cuidados en unidades especializadas y a la fibrinolisis intravenosa. Este tratamiento, que debe ponerse lo antes posible (en las primeras 4 horas tras el ictus) se ha desplegado a todo el territorio a través de un trabajo coordinado con los médicos de Atención Primaria, 061, Urgencias de los hospitales y servicios de Neurología.
Coordinación
En este punto han sido fundamentales las campañas de sensibilización para reconocer los síntomas –en las que las asociaciones de pacientes como AIDA o ASANAR han jugado un importante papel- como la coordinación con los servicios de Urgencias de todos los hospitales, acercando al neurólogo las 24 horas del día a través de las nuevas tecnologías, mediante un sistema de videoconferencia. De este modo, con la implantación de la telemedicina (teleictus) se puede ofertar este tratamiento al 100% de la población aragonesa. Desde el año 2010, más de 700 pacientes se han beneficiado de la fibrinolisis intravenosa en toda la comunidad, con cifras que van en aumento cada año.
Todas las acciones realizadas estos años (reconocimiento precoz de los síntomas, derivación rápida al hospital más cercano, tratamiento precoz y especializado, protocolos de cuidados de enfermería, etc.) han repercutido en la mortalidad, que ha disminuido en un 38% --de una tasa de 38,2 por 100.000 habitantes en el 2009 a 29,5 en el 2013-- y en un descenso de un 52% de la mortalidad prematura (años de vida perdidos respecto a la esperanza de vida).
Por otra parte, las acciones en prevención primaria a través del control de los factores de riesgo vascular (tabaquismo, diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia etc…) y en prevención secundaria para evitar la repetición de un nuevo ictus, han dado como resultado que en los últimos años han disminuido el número de pacientes con ictus que ingresan en nuestros hospitales. Durante el pasado año un total de 2.803 pacientes ingresaron en los hospitales aragoneses como consecuencia de un ictus, frente a los 3.904 de 2008.
Sin embargo, como han destacado todos los ponentes, queda mucho por hacer. El reconocimiento de los síntomas por la población general es fundamental a la hora de detectar un ictus y, en consecuencia, de solicitar asistencia a través del 061 o acudir rápidamente a un hospital, donde se podrá aplicar el tratamiento con celeridad si llegan antes de las primeras 4-6 horas. Los síntomas de alarma que nos deben llevar a pedir asistencia urgente son: dificultades bruscas en el habla, debilidad o imposibilidad de mover un brazo, una pierna, perder la visión en uno o ambos ojos o de sonreír con normalidad (se tuerce la cara), son algunos de los síntomas más llamativos de la enfermedad cerebrovascular. El hecho de que sea transitorio o no provoque dolor no deben llevarnos a la conclusión de que son de poca importancia. Precisan de valoración urgente en un hospital.
De este modo, el reto de la estrategia es que cada día haya menos enfermos con una enfermedad que puede prevenirse, y si esto no ha podido evitarse, que las secuelas sean las menores posibles.