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Sábado, 23 de noviembre de 2024

Economía

Mequinenza apuesta por la industria agroalimentaria y el turismo

El Gobierno de Aragón ha concluido en la localidad zaragozana la ronda de visitas a pueblos mineros para estudiar alternativas al declive del carbón.

La localidad zaragozana de Mequinenza ha sido hoy la última de las etapas, y la única fuera de la provincia de Teruel, de la ronda de visitas que una delegación del Gobierno de Aragón ha realizado en los últimos meses para comprobar de primera mano la situación y las potencialidades de los municipios mineros aragonesas en la búsqueda de alternativas económicas ante el declive del carbón.

La mina de Mequinenza cerró definitivamente en Mina en 2015 y la empresa que la explotaba ya está liquidada, aunque la localidad, de unos 2.500 habitantes, no sufrió un fuerte impacto en desempleo, primero porque al final apenas trabajaban una decena de empleados y segundo porque su actividad económica está diversificada y quiere seguir desarrollándose en otros sectores, especialmente en los de la industria agroalimentaria y el turismo.

Bien comunicada y con una amplia dotación de servicios de educación, cultura o deporte, Mequinenza tiene un gran potencial para incrementar su actividad en la industria hortofrutícola, según ha comprobado la delegación del Gobierno de Aragón, integrada por el director gerente de la empresa pública Aragón Exterior (Arex), Javier Andrés, el jefe de servicio de Promoción y Desarrollo Minero, Jaume Sirvent –ambos del Departamento de Economía, Industria y Empleo- y el delegado territorial del Gobierno de Aragón en Teruel, Antonio Arrufat.

La alcaldesa, Magda Godia, y el primer teniente de alcalde, Antonio Llop, les explicado que existe una gran demanda empresarial de alquiler o compra de terrenos para ampliar las explotaciones frutícolas, ya que las especiales condiciones geográficas y climatológicas de la zona favorecen que las cosechas se adelanten en torno a quince días respecto a otras comarcas próximas del valle del Ebro.

Situada en el extremo oriental de Zaragoza, colindante con provincias de Huesca y Lérida en la confluencia de los ríos Ebro, Segre y Cinca y entre los grandes embalses de Mequinenza y Ribarroja, el término municipal cuenta actualmente con 1.500 hectáreas en regadío y hay solicitudes para transformar otras 1.300. Pero los representantes municipales han puntualizado que quieren atraer empresas transformadoras que generen valor añadido, no sólo almacenes hortofrutícolas que apenas crean empleo.

En este sentido, el polígono industrial ‘Riols’, dotado con todos los servicios y con buena conectividad en banda ancha, oferta suelo en condiciones ventajosas y cuenta actualmente con varios proyectos en avanzado estado de tramitación de ampliación o instalación de nuevas empresas.

En la parte superior del polígono, ya ocupada y donde es complicado ganar más terreno, hay una empresa que procesa y envasa ensaladas para grandes superficies que pretende ampliar su actividad y hacer algo similar con fruta cortada. Empezó las instalaciones que le brindó un vivero de empresas vinculado al Instituto Aragonés de Fomento (IAF) durante un periodo provisional, pero ahora han de cambiarse porque además necesitan más espacio.

Las posibilidades de expansión de la zona inferior del polígono están limitadas por el propio embalse y el río, pero todavía quedan unos 40.000 metros cuadrados libres. Es el emplazamiento previsto para un proyecto de fabricación de embalajes plásticos, especialmente para los cultivos de fruta en expansión. También hay un proyecto agroalimentario de elaboración de snaks de aperitivos. Así como un proyecto industrial de fabricación de estructuras metálicas.

Pero este desarrollo de la industria agroalimentaria, así como de otros sectores, tiene actualmente el mismo hándicap que el propio abastecimiento de agua a los vecinos de la localidad: la mala calidad debido a la sedimentación de los lodos procedentes de los arrastres de los tres ríos con sustancias contaminantes de la actividad agraria del entorno y por la vegetación de carrizos y cañizares que ha proliferado en la zona.

El problema de la sedimentación de lodos y la vegetación en la cola del embalse de Ribarroja también ha afectado al canal de regatas de 2.000 metros que tenía la localidad y perjudica a otros proyectos turísticos, al igual que al desarrollo de la industria hortofrutícola -que requiere agua de gran calidad- y al propio abastecimiento de la población.

En este sentido, los representantes municipales y del Gobierno de Aragón han acordado trabajar conjuntamente para impulsar alguna solución que baraja ya el Ayuntamiento, para lo que se prevé primero un encuentro con los responsables del Departamento de Desarrollo Rural y Sostenibilidad y después otras iniciativas ante el Ministerio de Agricultura, Pesca, Alimentación y Medio Ambiente.

En materia de turismo, aparte de mantener el recurso de la pesca que atrae a numerosos aficionados de España y otros países, hay algún proyecto para aprovechar el potencial de navegación de los embalses y los ríos y otro de un resort con bungalows, restaurante y otros servicios que se paralizó hace una década a causa de la crisis aunque sigue en cartera.

Asimismo, se pretende aprovechar el tirón que está experimentando el turismo ornitológico dado el gran recurso que ofrece en este campo el ‘Aiguabarreig’ un singular humedal que empieza a tan sólo 2 kilómetros del casco urbano y se prolonga aguas arriba hasta la confluencia de los ríos Cinca y Segre. Un espacio declarado desde 2001 Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA) por su gran riqueza ornitológica como área de reproducción, invernada y paso migratorio de una amplia variedad de aves, algunas escasas y amenazadas en Europa, aparte de otras especies singulares de fauna y flora.